Por Luis B. GUERRERO CABRERA
Agosto 2019
Mateo,
Gonzalo, Rafael, punto de encuentro, Plaza de las TENDILLAS, Córdoba
RAFAEL MOLINA SANCHEZ LAGARTIJO |
PLAZA DE LAS TENDILLAS de CÓRDOBA ¿Estatua ecuestre del Gran Capitán con la cabeza del Primer Califa Lagartijo?
Autor Escultor Mateo Inurria Lainosa
¿Leyenda urbana y popular? aunque antropométrica y antropomorficamente verosímil.
Desde
hace muchos años se ha dicho, según la opinión popular, que la alba cabeza
marmórea que corona a Gonzalo Fernández de Córdoba, el jinete sedente de la
majestuosa estatua ecuestre fundida en bronce, ubicada desde hace años en el
centro neurálgico de Córdoba es decir en la plaza de las Tendillas, no
corresponde realmente a la cabeza del Gran Capitán.
Se dice que la corporación municipal de esta ilustre capital andaluza, decidió en su momento colocar la testa laureada esculpida en mármol blanco, arrumbada en unos almacenes municipales, en lugar de pagar lo estipulado por el proyecto escultórico a su autor, Don Mateo Inurria Lainosa quien retenía en su poder la cabeza auténtica de tan valiente militar.
El escultor deseaba retenerla hasta que le fuera liquidada la factura correspondiente.
Dicha cabeza, salvo por un color diferente respecto al resto del monumento encajaba bastante bien con el cuerpo aguerrido de Don Gonzalo.
Realmente la cabeza colocada en la estatua ecuestre inspirada en otra de Donatello, ¿representaba al afamado matador de toros Rafael Molina Sánchez, apodado el Primer Califa y también le decían Lagartijo desde niño por su reducido tamaño corporal y su incesante inquietud como la de una lagartija?.
Se dice que la corporación municipal de esta ilustre capital andaluza, decidió en su momento colocar la testa laureada esculpida en mármol blanco, arrumbada en unos almacenes municipales, en lugar de pagar lo estipulado por el proyecto escultórico a su autor, Don Mateo Inurria Lainosa quien retenía en su poder la cabeza auténtica de tan valiente militar.
El escultor deseaba retenerla hasta que le fuera liquidada la factura correspondiente.
Dicha cabeza, salvo por un color diferente respecto al resto del monumento encajaba bastante bien con el cuerpo aguerrido de Don Gonzalo.
Realmente la cabeza colocada en la estatua ecuestre inspirada en otra de Donatello, ¿representaba al afamado matador de toros Rafael Molina Sánchez, apodado el Primer Califa y también le decían Lagartijo desde niño por su reducido tamaño corporal y su incesante inquietud como la de una lagartija?.
GESTACIÓN
DE LA ESTATUA ECUESTRE DEL GRAN CAPITAN PARA CÓRDOBA
A
instancias de D. Antonio García Pérez, capitán y profesor de la Academia de
Infantería de Toledo, se propuso la erección y colocación en Córdoba de una
estatua del Gran Capitán, su provincia de nacimiento, a propósito del V Centenario de su fallecimiento.
Entre
algunos de los muchos méritos del militar estaba el haber sido quién contribuyera decisivamente a
la derrota de Boabdil con su correspondiente expulsión de Granada, consolidando
así la reconquista de España de manos musulmanas, en su poder desde el año 711.
Además, el Gran Capitán también había sido el conquistador de media Italia en nombre de
la corona de Castilla y Aragón.
El
24 de Junio de 1909 se aprobó en junta de gobierno municipal de Córdoba el
“Proyecto de Monumento al Gran Capitán” y le fue ofrecida su realización a Mateo
Inurria Lainosa quien con bastante posterioridad a dicho acuerdo, firmó el contrato de ejecución con la municipalidad. Percibiría por la realización de la
referida obra escultórica la cantidad de 100.000 pesetas.
El
Ayuntamiento, siguiendo los pasos del monumento erigido en Madrid a Emilio
Castelar quiso que los fondos necesarios para la ejecución del monumento fueran
recaudados por cuestación popular, cosa que no llego a suceder completamente.
Los años posteriores a la firma del acuerdo entre el artista y el
Ayuntamiento fueron por parte de Mateo Inurria Lainosa de intenso trabajo en el
monumento, mientras que desde la Comisión municipal constituida a tal efecto,
no se insistía suficientemente en el asunto recaudatorio de fondos hasta que
pasado un tiempo llegó la confirmación del programa de festejos en Córdoba para la
celebración del V Centenario de la muerte del Gran Capitán.
Otra
distorsión importante en el desarrollo del proyecto fue la decisión del lugar
de emplazamiento definitivo del monumento, pues la estatua ecuestre se colocó
temporalmente donde se había previsto inicialmente, es decir en la intersección
de la Avenida del Gran Capitán, que estaba en construcción, con la Ronda de
Tejares.
ESCUDO DE CÓRDOBA |
El 4 de enero de 1915, seis años después del acuerdo municipal,
se abrió la suscripción popular y la cuestación pro-monumento al Gran Capitán.
El
13 de febrero de 1915 siendo alcalde de la ciudad D. Manuel Enríquez Barrios,
se firmó finalmente con el escultor el contrato por el que quedaba ratificado
el precio fijado de 100.000 pesetas y que se haría efectivo en tres plazos.
La
suscripción popular nunca llegó a reunir las 100.000 pesetas, por lo que se
creó una subcomisión municipal para conseguir más fondos, no alcanzándose ese
objetivo económico.
Quienes
finalmente sufragaron en su mayor parte la totalidad de la suscripción fueron
el Ayuntamiento de Córdoba, el ejército, donaciones individuales, donaciones de
asociaciones culturales, así como otros Ayuntamientos de la provincia.
El
2 de marzo de 1915 se iniciaron los trabajos de cimentación del monumento que no
pudieron completarse por falta de fondos.
Como
sucede habitualmente se especuló, en esta ocasión con cierto fundamento, que
toda esta historia estaba realmente fundamentada en motivos económicos y no
políticos.
Tal
vez el propio Mateo Inurria Lainosa no aceptó tampoco esta posible desavenencia
con la autoridad municipal.
Ya
avanzaba el año 1920, y por la misma razón presupuestaria, no prosperaba la ahora
renovada voluntad municipal de retomar el proyecto, hasta que por fin en 1923 pudo
terminar de recaudarse la cantidad requerida.
El
hecho de que en el museo de Bellas Artes de Córdoba existan dos cabezas en
bronce, como se argumenta para desautorizar la leyenda, no excluye la veracidad de la misma y solo aseguraría que ciertamente fueron
esculpidas y posteriormente incluso fundidas en bronce.
El 15 de Noviembre de 1923 se inauguró “por fin” el monumento al Gran Capitán en el cruce de la Avenida del Gran Capitán con la Ronda de los Tejares.
Al
año siguiente fallecía Mateo Inurria Lainosa, en Madrid, repentinamente, a los
58 años de edad. Al menos había podido ver instalado el polémico monumento
ecuestre creado por él.
A
lo largo de los años venideros, se produjo el cambio de configuración de la
Avenida de Canalejas, por lo que el arquitecto municipal Félix Hernández
Giménez elaboró en el plan urbanístico de Córdoba un nuevo proyecto para la Plaza
de las Tendillas contando con instalar allí la estatua del Gran Capitán.
En 1927 se trasladó el monumento a la Plaza de las
Tendillas, a pesar de la oposición vecinal que no aceptaba de buen grado el
cambio de ubicación.
En
1998 se llevó a cabo una nueva reforma de la plaza de las Tendillas, siendo la
que existe en la actualidad.
En
octubre de 2003, el monumento fue restaurado aplicándose barnices y capas
protectoras, con un coste en la intervención de 27.106 euros, con cargo al Plan
de Excelencia Turístico inaugurándose la reforma el día 23 de Diciembre de 2003 siendo
Rosa Aguilar alcaldesa de Córdoba
BIOGRAFIA
DE LOS PERSONAJES DE ESTA HISTORIA
A.-
Don Mateo INURRIA LAINOSA
Escultor
cordobés y artífice de la estatua ecuestre del Gran Capitán.
Mateo
Inurria Lainosa, cordobés, nacido el 24 de Marzo de 1867 y fallecido en Madrid con
58 años de edad, sin descendencia el 21 de Febrero de 1924.
D. Mateo Inurria Lainosa |
También lleva su nombre la
Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos de la capital Cordobesa,
situada frente a la Iglesia de la Trinidad.
Sus
restos mortales descansan en el cementerio de la Almudena de la capital
madrileña. Estuvo casado, sin descendencia, con María Serrano Crespo.
Inició
su formación en Córdoba, en el taller de escultura de su padre, Mateo Inurria Uriarte,
continuando en la Escuela de Bellas artes cordobesa, llegando a ser profesor y
director. Compartieron centro de formación artística con Lorenzo Coullaut Valera,
Rafael García Guijo y con los hermanos Rafael y Julio Romero de Torres.
En
Córdoba desarrolló parte de su actividad como escultor, profesor, restaurador y
decorador.
Becado
por la Diputación provincial de Córdoba estudió durante tres años en la escuela
de Bellas Artes de San Fernando de Madrid y en
la Escuela Especial de Pintura, Escultura y Grabado de Madrid entre
1883 y 1885.
Su
estancia como becario en Paris e Italia lo fue gracias al apoyo de la misma
Diputación Provincial en reconocimiento a su buena evolución en el aprendizaje
académico.
En
1980 presentó su obra Un Naufrago de tal perfección y verismo que se pensó
maledicentemente que se trataba de un vaciado del natural.
Con
la escultura en yeso La Mina de Carbón, escultura que muestra una cierta
inquietud social acorde con las tendencias de la época, ganó una medalla
nacional en 1899.
Se
instaló en Madrid en 1913 realizando esculturas de desnudos, su motivo
preferido, consideradas como innovadoras, renovadoras y vanguardistas para la
época, realizando estudios sencillos y de líneas puras ya en el siglo XX.
Superó
en provincianismo cordobés venciendo las limitaciones impuestas por el
academicismo, tendiendo hacia una sobriedad naturalista caracterizada por su
sencillez y ausencia de detalles.
Se
definía como autodidacta, sin haber tenido ningún maestro. Idealizó sus modelos
en la madurez artística.
Sus
monumentos públicos en Madrid fueron a Lope de Vega (1902) y al pintor Rosales
(1919-1922) y en Córdoba la estatua ecuestre dedicada al Gran Capitán (1923).
En
1922 fue admitido como miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San
Fernando.
Tanto
en Madrid como en Córdoba no se erigen todas las obras realizadas tanto
religiosas como conmemorativas.
En
el frontal del Colegio La Milagrosa de la calle Gondomar de Córdoba figura el conjunto escultórico conocido como: “Dejad
que los niños se acerquen a mí”
ACTIVIDAD
DOCENTE
Como
docente asume la gran importancia que tiene la formación académica para mejorar
al individuo y a la sociedad.
MATEO INURRIA CÓRDOBA |
En
1911 fue nombrado profesor de término de Modelado y Vaciado en la Escuela de
Artes y Oficios de Madrid, dedicándose con más intensidad a la escultura.
El
desnudo fue el centro de su actividad escultórica, considerándolo idealizado,
sobrio, sensual y erótico.
Ídolo
eterno, Deseo, la Parra y Forma, ambas en el Centro de Arte Reina Sofía, son
ejemplos de esta trayectoria. En 1920
por su obra Forma recibe en 1920 la Medalla de Honor de la Exposición Nacional
de Bellas Artes.
Actuó
de cicerone de Augusto Rodín acompañado de Ignacio Zuloaga en su visita a
Córdoba en 1905.
B.-
Don Gonzalo Fernández de Córdoba. El Gran Capitán
Capitán
andaluz nacido en Montilla el 1 de Septiembre de 1453, perteneció al Señorío de
Aguilar, sirvió fielmente a los Reyes Católicos y guerreó valientemente en su
favor.
EL GRAN CAPITÁN |
Fue
el hijo segundón del noble caballero Pedro Fernández de Aguilar y por
tanto, en base al orden de su nacimiento estaba predestinado a la vida
religiosa o a la militar, optando con gran acierto por esta última.
Su
progenitor era el V señor de Aguilar de la Frontera y de Priego
de Córdoba, quien murió siendo muy joven, y su madre la noble Dña. Elvira
de Herrera y Enríquez, prima de Juana Enríquez, reina consorte de Aragón,
pues era hija de Pedro Núñez de Herrera, señor de Pedraza y de Blanca
Enríquez de Mendoza, que fue hija del almirante Alfonso Enríquez, hijo
de Fadrique Alfonso de Castilla y de Juana de Mendoza «la Ricahembra».
Muerto
su padre, fue enviado a Córdoba junto a su hermano mayor Alfonso
Fernández de Córdoba para su educación, al cuidado del prudente y discreto
caballero Don Pedro de Cárcamo.
En
esa época Castilla se encontraba dividida en dos bandos, uno seguía al legítimo
rey Enrique IV, y otro al pretendiente don Alfonso.
EL GRAN CAPITÁN María José Ruiz López (1966 - Montilla - Córdoba) |
Gonzalo
hizo sus primeras armas en la batalla de Albuera y en esta ocasión figuró al
mando de una compañía de 120 jinetes.
A
la muerte de Alfonso, pasó al séquito de la princesa Isabel.
La
hermana de Alfonso y Gonzalo, conocida con el nombre de Leonor de Arellano
y Fernández de Córdoba, se casaría con Martín Fernández de
Córdoba, alcaide de los Donceles.
Reconquista
del Reino de Granada
A
finales de este siglo XV, los Reyes Católicos decidieron reanudar la
reconquista del reino de Granada y expulsar a los moros del territorio
español.
Derrotadas
las fuerzas enemigas, el rey Fernando le encomienda que establezca con Boabdil,
el último rey nazarí, los términos del tratado de rendición de la ciudad en
1492.
Una
anécdota sobre su carácter recuerda que un incendio destruyó parte del
campamento de los sitiadores de Granada y las llamas devoraron, entre tiendas y
otros enseres, el guardarropa de la reina Isabel; Gonzalo, diligente, hizo que
su esposa, María Manrique, enviara desde Illora todo lo necesario para reponer
el malogrado vestuario.
Campaña
de Italia
Carlos
VIII de Francia invadió Italia y el Gran Capitán luchó en defensa del
estandarte de Fernando el Católico, acudiendo en ayuda del rey de Nápoles,
Fernando II.
El
Gran Capitán desembarcó en Messina con un ejército que debía operar junto a las
tropas de Milán, Roma, Venecia y Austria, coaligadas en la llamada Liga Santa.
El
rey de Nápoles había desembarcado en las costas de Calabria y se unió a
Fernández de Córdoba para ocupar la ciudad de Reggio.
La
campaña de ambos continuó con éxito hasta que las fuerzas aliadas fueron
derrotadas en Seminara.
Fernández
de Córdoba, sin embargo, levantó la alicaída moral de sus hombres y reanudó la
campaña, apoderándose de las dos Calabrias.
Sin embargo, la zona norte quedó en manos de los franceses, quienes ofrecieron una tenaz resistencia.
En
julio de 1496 Federico I, que había sucedido a Fernando en el trono de Nápoles,
solicitó la ayuda del capitán español para atacar a los franceses. El ejército
francés derrotado por Fernández de Córdoba, se vio obligado a retirarse.
Liberación
de los estados vaticanos
Tras
la campaña de Italia, recibiría el sobrenombre de Gran Capitán, con el que
pasaría a la historia.
El
papa Alejandro VI sabedor de sus grandes dotes militares le llamó para que
liberara los Estados vaticanos del acoso del corsario Menaldo Guerri, quien
impedía el abastecimiento de Roma desde su base de la ciudad de Ostia, en la
que ostentaba el puesto de gobernador.
Fernández
de Córdoba llevó a cabo con brillante éxito la misión: tomó Ostia e hizo
prisionero al corsario. Posteriormente, en Nápoles sería aclamado por el
pueblo, mientras Federico I le otorgaba los ducados de Terranova y Sant’Angelo,
junto con todas sus tierras, ciudades, villas y fortalezas.
Ocupación
de regiones italianas de Apulia y Calabria
Tras
la muerte de Carlos VIII y disuelta la Liga Santa, regresó en 1500 a Italia
después de una temporada en Granada, ocupando Apulia y Calabria, que habían
correspondido a los Reyes Católicos en virtud del Tratado de Granada.
Según
este tratado, se había acordado con Luis XII de Francia el reparto del reino de
Sicilia peninsular y el derrocamiento de Federico I.
FERNANDO FERNÁNDEZ DE CÓRDOBA |
La
frágil paz entre españoles y franceses duró poco y tras la reanudación de las
hostilidades, estos fueron derrotados en Garellano y todo el reino de Nápoles
quedó en manos españolas.
Alejamiento
de la corte y muerte
Fernando
el Católico fue reconocido como rey de Sicilia gracias a Fernández de Córdoba
quien gobernó en su nombre.
Al
cabo de unos años el entendimiento entre el monarca y su súbdito comenzó a
debilitarse y, finalmente, el Gran Capitán fue obligado a regresar a España,
estableciéndose en Loja, lejos de la corte.
A
Gonzalo Fernández de Córdoba se le atribuye haber creado del ejército
profesional español y ser el impulsor de la infantería como base del
mismo.
Murió
en Granada en 1515.
Las
cuentas del Gran Capitán
Puede
que sea solo una leyenda pero se cuenta que el rey Fernando el Católico pidió rendición
de cuentas a don Gonzalo acerca de en qué había gastado el dinero de su reino.
Esta
desconfianza fue vista por el militar como un insulto y hay varias versiones de
la respuesta que obtuvo el Rey Católico, pero la más fiable es la que dice que
el Gran Capitán pormenorizó los gastos en los siguientes términos:
- Por picos, palas y azadones, cien millones de ducados;
- por limosnas para que frailes y monjas rezasen por los españoles, ciento cincuenta mil ducados;
- por guantes perfumados para que los soldados no oliesen el hedor de la batalla, doscientos millones de ducados;
- por reponer las campanas averiadas a causa del continuo repicar a victoria, ciento setenta mil ducados; y, finalmente,
- por la paciencia de tener que descender a estas pequeñeces del rey a quien he regalado un reino, cien millones de ducados.
Cierta
la anécdota o no, la expresión las cuentas del Gran Capitán ha
quedado como frase hecha para una relación poco pormenorizada, en la que los
elementos que la integran parecen exagerados, o para una explicación pedida por
algo a la que no se tiene derecho.
C.-
Don Rafael Molina Sánchez. El Primer Califa. Lagartijo
Conocido
en el mundo taurino como Lagartijo, nació en Córdoba el 27 de Noviembre de 1841 y falleció, también el Córdoba, el 1
de agosto de 1900.
Rafael
Molina, Lagartijo figura entre los cinco toreros que cambiaron las formas
en la tauromaquia y el toreo de los siglos XIX y XX
en España.
RAFAEL SANCHEZ LAGARTIJO |
En
Córdoba se conoció a Rafael Molina, Lagartijo, con el sobrenombre que le
dio Mariano de Cavia de “el Primer Califa”.
Fue
discípulo del matador de toros Antonio Carmona, el Gordito (1838-1920), inventor
de la suerte de banderillas al quiebro, de quien aprendió las distintas
suertes del toreo como: los cuarteos, recortes y quiebros a los quites de
los toros a picadores.
Rafael
Molina, Lagartijo, fue conocido por su “discernimiento del toro y por
su entendimiento en la lidia”. Toreando al natural, aportó a la tauromaquia su
sello y estilo personal
Destacó
así mismo por la forma de colocar las banderillas en los pares de
frente, conocidos modernamente como banderillas «de poder a poder», en los
pares colocados «a topa carnero» y en la manera de colocar las banderillas con
su conocido «hacer las trébedes», que consistía en aparejar las banderillas en
horizontal o apuntando hacia arriba para luego ejecutar la suerte además de
destacar haciendo el «engaño de la silla».
Lagartijo
dominó la ejecución de la suerte de banderillas al quiebro, aventajando a su
maestro Antonio Carmona, el Gordito.
El
torero por su osadía en el ruedo fue
comparado con el diestro Manuel Fuentes, Bocanegra (1837-1889) por
los críticos taurinos y con Francisco Montes, Paquiro, por su técnica, en
la que Lagartijo destacó por su manera de entender y desarrollar la
tauromaquia.
Recibió
el apodo de Lagartijo debido a su característica pequeña estatura y a su
carácter vivo y atrevido, cualidades que le favorecieron a la hora de esquivar
los envites y los derrotes de los toros, así como a la hora de adquirir la
habilidad que le permitía evitar encunarse con el toro.
Se
denomina 'encunar' al acto de coger el toro al torero entre las astas, rasgos
de los cuales, según Sánchez de Neira, pudo el torero adquirir el mote.
Hijo
del banderillero y matador de novillos Manuel Molina, Niño
de Dios y de María Sánchez (casados en 1840), hermana
del torilero de la plaza de toros de Córdoba del campo de la
Merced, Rafael Sánchez, Poleo, los Poleo fueron una saga de
torileros de Córdoba.
Rafael
Molina heredó tanto por la parte paterna como por la parte materna, su abuelo
además fue novillero, la afición al toreo desde una edad muy temprana.
Sánchez
de Neira en su obra Gran diccionario Tauromáquico, señala que
participó en todas las lidias de novillos, vacas y becerros que pudo,
tanto en el campo en tentaderos como en las plazas de toros.
Fue
discípulo del torero Antonio Luque y González, el Camará con quien
profundizó en el oficio taurino.
En
1852 con apenas nueve años cumplidos, Rafael Molina actuó
como banderillero de cartel en
la cuadrilla infantil creada por el Camará; el festejo fue
organizado por el Ayuntamiento de Córdoba, su ciudad natal, con motivo de
las ferias del 8 de septiembre de 1852 para recaudar fondos destinados a la
construcción de un murallón junto al río Guadalquivir.
En
dicha corrida de toros se lidiaron, además de dos novillos y seis
reses de la ganadería de Rafael J. Barbero que fueron toreados por
los espadas José Carmona, el Panadero (Sevilla) y Antonio Ortega,
este último encargado además de la cuadrilla de banderilleros compuesta por
Mariano Bejarano, Francisco Quesada, Manuel Fuentes Bocanegra, los
tres con catorce años y Rafael Molina, Lagartijo, que entonces tenía
nueve años como se ha indicado.
Lagartijo
repitió actuación con la misma cuadrilla y espadas el 26 de diciembre del mismo
año en otro festejo celebrado en Córdoba, en el que se lidiaron seis novillos
que fueron picados por las picadoras María Josefa López (Granada)
y Tomasa García (Jerez de la Frontera).
Con
Antonio Luque, el Camará, la cuadrilla del espada toreó en las plazas
de toros de Úbeda, Almagro, Ciudad Real, Jaén, Écija, en la plaza de toros de
la Real Maestranza de Caballería de Granada y en Málaga; plazas en
las que Lagartijo alcanzó la fama de un torero de profesión, este
reconocimiento le hizo figurar como el primero de entre los banderilleros
anunciados en cartel donde toreó.
A
partir de entonces, en 1856, Lagartijo empezó a trabajar a tiempo completo en
la cuadrilla del matador José Dámaso Rodríguez, Pepete junto a
Rafael Bejarano, Francisco Rodríguez, Caniqui y Manuel Fuentes, Bocanegra.
Lagartijo
se mantuvo en la cuadrilla de Pepete hasta 1862, cuando el diestro fallece
en Madrid el 20 de abril tras una cogida del toro de la ganadería de Miura
llamado Jocinero; Lagartijo pasó entonces a formar parte de la cuadrilla
de José Carmona.
La
primera corrida de toros oficial en la que participa Lagartijo como
profesional fue el 8 de septiembre de 1859 en la que figuró
como banderillero de la lidia de los seis toros.
Poco
después, en 1862, se integró en la cuadrilla de los hermanos Carmona conocidos
como los panaderos, primero en la de José Carmona hasta 1863 y
posteriormente, el mismo año, se incorpora en la cuadrilla de Manuel Carmona.
Un
año después en 1864, se incorpora a la cuadrilla y a la escuela de Antonio
Carmona, El Gordito, con el que Lagartijo se adiestró y toreó en España
(Madrid, Sevilla, Maestranza de Ronda entre otras plazas de
toros) y Portugal donde aprendió a banderillear al estilo del país
luso.
En
septiembre de 1862 Lagartijo se anunció como banderillero en dos corridas
especiales celebradas en Sevilla en honor de la visita que los
reyes Isabel II y Francisco de Asís de Borbón realizaron
a Andalucía, se lidiaron dieciséis reses toreadas por los tres hermanos
Carmona y Manuel Domínguez, Desperdicios como espadas.
Con
los hermanos Carmona, Lagartijo depuró su estilo inicial mejorando la
técnica de los quites a los picadores, banderillas al
quiebro y las de parear en corto y andando, técnicas en las que Lagartijo basó
su tauromaquia.
En
1863 se presentó en Madrid en la plaza de toros de la Puerta de Alcalá.
Un
año después, en 1864, tras una cogida en la plaza de toros de
Cáceres era reconocido como torero de primera categoría y fue contratado
como espada para lidiar cuatro astados en una corrida de toros que se celebró en Bujalance (Córdoba),
actuación que está considerada como la primera en la que Lagartijo actuó como
matador de toros.
Rafael
Molina continuó formando parte de la cuadrilla de Antonio Carmona, El
Gordito, como banderillero durante todo el año, estoqueando en
algunas ocasiones en las que le fue decida la muerte de los toros.
Lagartijo
dominó el manejo del capote, tanto al realizar quites de riesgo o de
auxilio como en los quites del tercio de varas en los que se arriesgó
e inventó lances.
El
24 de junio de 1864 Lagartijo toreó de nuevo con la cuadrilla de Antonio
Carmona, El Gordito, que alternaba con Antonio Sánchez, El Tato.
Ante
el clamor del público gaditano el Gordito cedió a Lagartijo la muerte de uno de
sus toros, cesión a la que se negó El Tato alegando que aquel toro le
correspondía a él por derecho, la privación de ver estoquear a Lagartijo
provocó el enfado y las protestas de los aficionados de la plaza de toros
gaditana y fue el inicio de la rivalidad entre los dos toreros.
El
3 de julio de 1864 tras estoquear a un toro de Miura, Lagartijo recogía las
ovaciones del público en los medios de la plaza de toros cuando salió al ruedo
de forma inesperada un toro de la ganadería de Concha Sierra que
alcanzó a coger Lagartijo.
El
26 de julio del mismo año se anunció de nuevo como banderillero en
Cádiz, con la cuadrilla del Gordito en una corrida de toros benéfica,
organizada para crear un asilo para pobres en la que tanto el Gordito como el
Tato, con sus respectivas cuadrillas, se ofrecen a colaborar gratuitamente;
todos los detalles de la organización del festejo, incluidas las referencias de
las cuadrillas, se recogieron en un folleto publicado por Víctor Caballero y
Valero titulado Ya tienen casa los pobres.
Tras
sufrir un percance el Tato, quedaron solo Antonio Carmona y Lagartijo para
lidiar los toros de la corrida, por lo que parte de los astados le fueron
cedidos a Lagartijo para ser estoqueados, aumentando así su categoría como
matador de toros.
Tras
una larga trayectoria de actuaciones como banderillero y matador, Lagartijo
pidió la alternativa de espada.
El
29 de septiembre de 1865 se anunció en el coso de Úbeda en
una corrida de toros en la que se lidiaron reses portuguesas
de encaste vazqueño de la ganadería de la marquesa viuda de
Ontiveros; Antonio Carmona, El Gordito fue el padrino y Antonio
Luque, Camará el testigo; el toro de la alternativa fue Carabuco.
Lagartijo
confirmó la alternativa poco después, el 15 de octubre de 1865
en Madrid con la presencia de Cayetano Sanz en la que
lidiaron toros de la ganadería Gala Ortiz procedentes del encaste
castellano Jijona, el toro de la confirmación fue Barrigón.
Ya
como matador de toros Lagartijo toreó en diferentes plazas de importancia.
El
29 de julio de 1866 en la plaza de toros de Cartagena, en la que Lagartijo
toreó solo ya que el otro espada con el que estaba anunciado, Gonzalo Mora
Donaire, acudió tarde a la plaza y el festejo se inició sin él.
Del
19 al 22 de agosto de 1866, estuvo anunciado en la plaza de toros de Bilbao con
Curro Cúchares, fecha en la que se inician las rivalidades entre ambos
toreros. Tras la actuación de Bilbao Lagartijo padeció problemas de salud que
afectaron a su torero.
De
la ganadería de López Cordero, encaste Vistahermosa y vazqueño procedentes
del sevillano Hidalgo Barquero, Lagartijo lidió al toro Gordito célebre
por su bravura, recibió treinta varas por parte de los picadores, tras la faena
del torero, Gordito, fue indultado el 20 de junio de 1869 en
la real plaza de toros del Puerto de Santa María.
Dos
meses más tarde, el 16 de agosto de 1869, toreó en la plaza de toros de
Badajoz reses de Ziguri, de encaste Vázquez; Hortelano, fue un
toro de ocho años con amplios pitones y reservón, sin codicia al embestir al
que Lagartijo dio muerte con una gran estocada. La cabeza disecada del astado
se conserva en Museo Taurino Municipal de Córdoba.
Rafael
Molina, Lagartijo lidió unos cinco mil toros de diferentes y variados
encastes a lo largo de su trayectoria profesional, cifras similares a las que
toreó Pedro Romero, solo fue cogido en cinco ocasiones, fue un buen torero
de capa y destacado banderillero, menos lucido con el estoque e
inigualable en la faena de muleta.
Fue
conocido por el cuarteo al entrar a matar y por su famoso paso
atrás; fue criticado con dureza por aquellos que eran contrarios a su
forma de entender la tauromaquia llegando incluso a exagerar los defectos del
torero de forma injusta en ocasiones como lo hiciera Sánchez de Neria en sus
obras entre ellas el Gran Diccionario Tauromáquico; lo cierto es que en los
treinta y seis años en los que el diestro estuvo en activo fue considerado un
torero de primer orden que sabía ver llegar a los toros y
les consentía como ningún otro torero del momento lo hizo.
Realizó
con destreza la suerte de banderillas al quiebro, realizada de frente al toro, inventada por Antonio Carmona El Gordito, suerte que en esa época solo
realizaban unos pocos toreros.
Sentimientos,
seudónimo de Eduardo de Palacio, dijo de él:
«...valiente
y desahogado por su arte, andaba alrededor de los toros y los caballos», y que
«llevó la competencia con Frascuelo hasta el último momento».
Lagartijo
toreó con el diestro Antonio Sánchez, El Tato en la Plaza de Toros de la
Puerta de Alcalá (Madrid) en la corrida de toros extraordinaria celebrada
el 7 de junio de 1869 en la celebración para promulgar la Constitución, el Tato
resultó cogido por el cuarto toro llamado Peregrino, al entrar a
matar a volapié.
Lagartijo fue el encargado de estoquear a dicho toro. Poco después tras recuperarse el Tato, en agradecimiento regaló a Lagartijo el estoque que el primero había empuñado por última vez en el ruedo con la siguiente inscripción:
“Si
como dicen los filósofos, la gratitud es el tributo de las almas nobles, acepta
querido Lagartijo, este presente: consérvale como sagrado depósito en gracias á
que simboliza el recuerdo de mis glorias, y es á la vez testigo mudo de mi
desgracia: con el maté el último toro llamado Peregrino, de D. Vicente
Martínez, cuarto de la corrida verificada el 7 de junio de 1869, en cuyo acto
recibí la herida que me ha producido la amputación de la pierna derecha. Ante
los designios de la Providencia nada puede la voluntad de los hombres: solo le
resta el conformarse á tu afectísimo amigo—Antonio Sánchez (Tato)”
Lagartijo
como inspiración de Artes
ESCULTURA
MASCARA MORTUORIA DE LAGARTIJO Por Mateo Inurria |
La
obra pertenece al conjunto del Depósito Inurria. Se trata de una cabeza de
estilo modernista realizada en el año 1903 en bronce negro
mediante la técnica de fundición y vaciado, cuyas dimensiones son 35,50
centímetros de altura y 20,50 centímetros de ancho.
Mateo
Inurria participó en la Exposición Nacional en 1912.
La
crítica hace referencia a esta cabeza como el antecedente de la cabeza que el
escultor realizó para el Monumento Ecuestre del Gran Capitán en Córdoba en
1922, esto no quiere decir sea la cabeza de Lagartijo la que aparece en el
monumento.
Mateo
Inurria no fue un aficionado a la tauromaquia, aunque sí sintió atracción por
la plasticidad del toreo de Rafael Molina, al que conocía.
El
padre de Inurria fue quien realizó el panteón funerario del torero.
PINTURA
Como
muchos toreros, Lagartijo ha sido motivo de inspiración para diferentes
pintores de la época y posteriores, entre ellos destacar la obra de Daniel Vázquez (1882-1969)
“Las cuadrillas de Frascuelo, Lagartijo y Mazzantini”» un óleo que el
Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía adquiere en 1988 procedente de
la ordenación de fondos del Museo Español de Arte Contemporáneo, MEAC.
Daniel
Vázquez pinta esta obra durante la guerra, los toreros son un tema recurrente
para el pintor, de los que admira la plasticidad de estos.
LITERATURA
Pio
Baroja en su novela “La feria de los discretos” refleja la decadencia
de la sociedad cordobesa de finales del siglo XIX .
La acción se sitúa en la ciudad de Córdoba, en una taberna donde el personaje de Baroja, Matapalos, que reside en el barrio del Matadero, plaza de la Merced, habla de los toreros de su tiempo haciendo mención al diestro Rafael Molina, Lagartijo:
«Yo
no le quito mérito a Lagartijo, ni a Manuel Fuentes , decía: pero toreros como
el Pachón, como Rafael Bejarano, como Pepete y como el Camará, eso ya no se ve
más en el toreo.»
MÚSICA
Juanita
Reina, cantó Lagartijera por bulerías dedicada a los toreros Rafael
Molina Sánchez, Lagartijo y Salvador Sánchez Povedano, Frascuelo.
La canción formaba parte del espectáculo Solera de España Nº 2: La Niña de La Espuma compuesta por Antonio Quintero (1895-1977), Manuel López-Quiroga (1899-1988) y Rafael de León (1908-1982); espectáculo estrenado en el Gran Teatro de Córdoba el 20 de octubre de 1944.
Lagartijera fue también interpretada en 1946 por la Niña de los Peines (1890-1969) acompañada a la guitarra por Melchor de Marchena (1907-1980).
POESÍA
Miguel
de Unamuno dedicó un poema a
la ciudad de Córdoba,
en la serie sobre los pueblos de España, en uno de los poemas hace mención a Lagartijo:
CÓRDOBA
(Miguel de Unamuno)
Saavedra,
Lucano, Séneca,
Córdoba.
Roma
canta en la mezquita
Gualdalquivir
medita
el
sueño de Abderramán.
La
vida, fuerza del sino,
juego
en tragedia,
tragedia
en juego, Lagartijo,
en
las ermitas
sestean
capeadores del Señor.
El
poeta Antonio Fernández Grilo, amigo del torero, escribió diversos poemas,
entre ellos el llamado “A Lagartijo”, dedicado al torero estando este aún
en vida:
«A
LAGARTIJO» Antonio Fernández Grilo
Le
canta el pueblo en su cantar sonoro,
le
adora como a Dios la tierra baja,
no
hay lienzo en marco ni viñeta en caja
que
no ostente su busto con decoro.
Rey
de la arena, vencedor del toro,
nadie
en valor ni garbo le aventaja,
y
lleva entre los pliegues de su faja
la
Virgen pura cincelada en oro.
Del
Pretorio nació, junto a la ermita,
y
es tan profundo el culto verdadero
que
le rinde mi Córdoba bendita,
que
cuando al redondel sale el primero.
ALGO
MAS SOBRE LA LEYENDA URBANA ACERCA DE QUE LA CABEZA BLANCA DE LA ESTATUA
ECUESTRE NO REPRESENTA AL GRAN CAPITÁN SINO A LAGARTIJO.
Una
de las más extendidas leyendas que circulan en Córdoba sobre el monumento al
Gran Capitán, trata sobre que “la cabeza que incluye la estatua, no es la
cabeza del Gran Capitán sino la del torero Lagartijo”.
La
cabeza del Gran Capitán y la de Lagartijo tenían cierto parecido físico, al
menos por la magnitud de la pirámide nasal de ambos.
LAGARTIJO (Ver Pirámide nasal) |
¿GRAN CAPÎTAN O LAGARTIJO? (Ver pirámide nasal) |
Lo que si parece es que la imagen física que se ha transmitido del Gran Capitán y la de Lagartijo dan cierta verosimilitud, que no certeza, a que sobre los hombros del valeroso militar cordobés repose la cabeza laureada del diestro, también cordobés.
¿GRAN CAPITÁN o LAGARTIJO? (Ver Pirámide nasal) |
Cierta y lógicamente D. Gonzalo Fernández de Córdoba no pudo posar personalmente ante Mateo Inurria para que éste pudiera dar mayor verosimilitud a su obra, plasmando sus rasgos en la estatua de la Plaza de las Tendillas, pero el insigne escultor y académico Cordobés, probablemente tampoco habría necesitado para confeccionar su obra un modelo concreto en el que “fijarse” y lograr unos rasgos faciales de alguien muerto siglos atrás.
La
imagen reflejada en cuadros y tapices correspondientes a la época representan a
un , que se parece bastante menos a la cabeza de mármol presente en
la plaza de las Tendillas.
Sin
embargo, sí que hay ciertos rasgos antropomórficos y antropométricos de
similitud facial, al menos a mí así me lo parece, entre esta blanca y marmórea
faz y las imágenes del otro cordobés, el torero Rafael Molina Sánchez conocido
como el Primer Califa o también como Lagartijo.
SÍNTESIS
Y NUEVAS TEORÍAS, alguna peregrina. ENTRE CORDOBESES ANDA EL JUEGO
Tal
vez podrían elaborarse unas nuevas versiones teóricas de la leyenda, revisadas,
ampliadas y basadas en unos hechos irrefutables, que lo fueron, y según las
cuales:
1)
Don Mateo Inurria Lainosa,
de
profesión escultor y cordobés de nacimiento y siendo como era un muy buen amigo
personal de Rafael Molina Sánchez, prestigiado torero también cordobés y
conocido como el Primer Califa y también como Lagartijo, y conocedores ambos,
como era evidente, que hasta la época que nos ocupa no existía en la ciudad
natal de ambos ningún monumento o estatua que pudiera ser considerada como un merecido
reconocimiento de sus paisanos hacia la figura del matador de toros, lo que a
todas luces era injusto e inadmisible.
2)
Para el V centenario de la muerte del Gran Capitán, ocurrida el 2 Diciembre de
1515, el Ayuntamiento de Córdoba deseaba homenajear al militar montillano, que
estuvo al Servicio de los Reyes Católicos y muy especialmente al servicio de la
reina Isabel de Castilla, decidió erigir un monumento a este valiente y fiel soldado
inquebrantable colaborador de Isabel y Fernando, muy especialmente y entre
otros muchos y difíciles momentos, durante la reconquista del suelo patrio
frente al moro invasor y en las campañas militares en Italia.
3)
La municipalidad cordobesa encargó al escultor cordobés Sr. Inurria la
realización del monumento conmemorativo y este, dadas las circunstancias
favorables que se le presentaban, decidió aprovechar la oportunidad de honrar, al
mismo tiempo, aunque disimuladamente a su buen amigo y gran torero, Lagartijo,
colocando sobre el cuerpo de la bronceada estatua ecuestre del Gran Capitán, la
nívea testa finamente tallada en mármol blanco de su también paisano y buen
amigo el Primer Califa del toreo en lugar de la extremidad craneal del valeroso
capitán de Montilla, pensando que tal vez nadie se daría cuenta de ello.
En
cualquier caso el escultor siempre podría decir, y así se dijo, que si las
facciones se parecían a las de alguien conocido serían, no las del torero de
Córdoba, sino las del organista de San Nicolás que según dicen, le habría
servido de modelo.
Los
dineros del encargo escultórico volvieron a rondar de nuevo al Gran Capitán, lo
mismo que antaño fue lo de rendir las famosas cuentas (del Gran Capitán),
auditadas ante el Rey Fernando El Católico, por ciertas dudas de excesivas
surgidas a raíz de la desconfianza sobrevenida en el Aragonés tras la muerte de
su cónyuge la Reina Isabel de Castilla, principal valedora del de Montilla.
Este
asunto económico afectaba directamente al profesor Inurria y de refilón a Lagartijo,
quien según todo parece indicar, solo estaba de paso por allí.
4)
Item plus
El
pago de los trabajos para la realización de la estatua ecuestre, acordado entre
el escultor y el consistorio, 100.000 pesetas de las de entonces, y que se
liquidarían en tres cómodos plazos, no pudo cubrirse en su totalidad por
cuestación popular ni por otras aportaciones públicas o privadas, pues a pesar
de que el Ayuntamiento quería que el monumento saliera le completamente gratis
a las arcas municipales y que fueran los ciudadanos los pagadores totales mediante
cuestación popular exclusiva, finalmente tuvo que aportar a desgana y muy a su
pesar algunos reales de la época.
5)
Los presupuestos municipales anuales tampoco cubrían año tras año la partida
necesaria destinada a pagarle su trabajo del escultor por lo que, y esto sigue
siendo una hipótesis bastante improbable, este se barruntaba lo peor y era que
al final y una vez entregada la obra no iba a cobrar de las arcas municipales
los duros que le faltaba recibir.
Ante
esta circunstancia, y queriendo que su nombre como escultor de calidad y
prestigio pasara a la posteridad histórica, tenía tres o cuatro alternativas
entre las que se vio obligado a elegir la mejor, lógicamente.
Las
opciones que fueron barajadas por el artista debieron ser:
Opción
A)
No
entregar el monumento hasta no haber cobrado el último céntimo comprometido,
pero el consistorio diría que con esta actitud el Sr. Inurria estaba
chantajeando emocionalmente a sus convecinos.
Mal asunto por tanto.
Opción
B)
Entregar
el monumento ecuestre con el jinete acéfalo y entregar la cabeza a posteriori, cuando
se liquidara la factura, pues él la tenía a buen recaudo en su taller. Esta
sería una estrategia de Igual carácter chantajista que la anterior y también
daba a los políticos de turno la oportunidad de manipular la opinión pública
como suele ser lo más habitual.
Pero
con esta postura el escultor dejaba la pelota en el tejado de la municipalidad
y esta sería la “malqueda” si no pagaba, llegado su momento.
Opción
C)
Entregar
la estatua ecuestre con una cabeza laureada, a la sazón y casualmente la cabeza
que había esculpido a su amigo Lagartijo, y que por casualidad tenía un gran
parecido físico con el Gran Capitán y también, ¡que casualidad!, con el organista
de San Nicolás, con lo que cuadraba impecablemente la operación y así quedaba
como un señor ante sus paisanos, pues no podía ser tildado ni de chantajista ni
de nada por el estilo.
Con
esta opción, al mismo tiempo en cierta medida y a su manera, su buen amigo el torero tenía su merecido
reconocimiento y el homenaje de la ciudad que le vio nacer, aunque fuera
subrepticiamente.
Opción
D)
La
última opción que, en mi humilde opinión, ni siquiera merecería la pena ser
tenida en consideración, pero ciertos tratadistas del tema la han valorado
seriamente, sería la siguiente:
Que
el Sr. Inurria entregó al consistorio la estatua ecuestre del jinete de
Montilla, que vivió a caballo entre los Siglos XV y XVI pero sin la cabeza, y
que en el registro de entrada del ayuntamiento, al recepcionar la obra, se
dieron cuenta rápidamente de esta carencia anatómica. Pensaron que era algo
relativo a Sleepy Hollow pero pronto se dieron cuenta de que no era de eso de
lo que trataba esa historia.
Dado
que la acefalia “daba mucho el cante” es por lo que ese mínimo defectillo, sin
apenas importancia, fue subsanado por decisión municipal colocando sobre los
hombros del Gran Capitán la primera cabeza que encontraron en los almacenes
municipales.
La
única condición exigible para que la brillante idea fuera válida era que la
cabeza tuviera un tamaño equilibrado con el del jinete y que encajara bien
sobre sus hombros, pues si se decidía como otra opción políticamente plausible
que la cabeza pudiera llevarla el Gran Capitán en su regazo, agarrada con su
mano derecha, pues en la mano izquierda llevaba las riendas del caballo,
hubiera sido exigible dar muchas explicaciones y/o tener que reescribir la
historia.
Pero
el Gran Capitán, en los cuadros para los que posó personalmente entre conquista
y conquista, aparecía habitualmente con una larga y ondulada melena castaño
oscura y tocada su poblada calota craneal con un bonete o sombrerete italiano
de la época.
AGUSTINA DE ARAGÓN ZARAGOZA |
Pero esta propuesta, por ser la cabeza de la heroína propiedad de otra institución no municipal requería mucho papeleo burocrático y por supuesto más dineros, entre pólizas, sobornos y dádivas, en lugar de pagar el dinero que se adeudaba al ilustre profesor de la escuela de arte y artífice de la escultura, por lo que en sede municipal la propuesta no de ley solo alcanzó una mayoría simple y no la mayoría absoluta que se requería para este delicado asunto.
Pero
D. Mateo Inurria Lainosa, quería compensar aquella proverbial y probada tacañería
municipal cordobesa, honrando con dineros de su propio pecunio a su valiente y
torero amigo, que tantas tardes a las diecisiete en punto de la tarde le
brindara la muerte de un astado y que se había jugado su propio pellejo.
GRAN CAPITÁN |
No
cobraré mis honorarios, pensaría el escultor Sr. Inurria, pero por lo menos me
queda la íntima satisfacción de haber contribuido en gran medida a honrar a mi
buen amigo y también paisano Lagartijo, el Primer Califa.
Seguramente
Lagartijo, en alguna conversación íntima se habría quejado al escultor de no
tener hasta entonces un busto que le perpetuara en la memoria de su pueblo
cuando él ya no estuviera, y tal vez el profesor Inurria posiblemente le diría
con la típica socarronería cordobesa: “Amigo mío, tu no te apures, déjalo de mi
cuenta ¡que yo me encargo de todo!”.
ETIOLOGÍA COLUMBÓGENA DESCARTADA |
El
argumento científico de que la blancura cefálica del valiente soldado ecuestre era
debida a las insistentes deyecciones fecales de las sempiternas palomas, parece
que ya no cuela.
Varias
tesis doctorales, plagiadas posteriormente por políticos americanos en varias
universidades de Estados Unidos han dado resultados negativos al intentar
demostrar esta teoría escatológica.
ALGUNOS
HISTORIADORES NO ACREDITAN ESTA LEYENDA
En
la Página 386 del III tomo de la obra CORDOBA, editorial GEVER, 1988 se
dice que nada más lejos de la realidad y que por tanto se trataría de un bulo
infundado.
El
profesor Ramón Montes señaló la causa de la diferencia material y cromática
entre la cabeza y el resto de la escultura: “La figura ecuestre está realizada
en bronce, a excepción de la cabeza que es de mármol blanco. Recurso éste, que
utilizó Inurria para contrastar y darle una más genuina expresión”
Apoyó
la descalificación de esta teoría en que ambas cabezas en bronce están
expuestas en el Museo de Bellas Artes de Córdoba pudiendo así comprobarse
fácilmente el error.
José
María Palencia Cerezo en su obra “El Gran Capitán de Córdoba a Italia al
Servicio del rey” y en el capítulo “El Monumento al Gran Capitán de
Córdoba” constituye uno de los estudios más completos realizados sobre el
monumento donde expone que:
(...)
no existe al respecto ningún tipo de testimonio documental ni literario que
pueda llevar a plantearlo.
En
segundo lugar, porque sobre el particular nada se recoge en el contrato firmado
en 1915 con el Ayuntamiento de Córdoba.
Y
por último, porque de haber procedido en tal sentido, Inurria hubiera navegado
contracorriente, convirtiendo una de sus obras más emblemáticas en un pastiche
sin sentido de época.
DE
LA LEYENDA A LOS HECHOS
Manuel Harazem |
Según
este estudioso tal vez no sea leyenda sino realidad, y que quizás sí que la
cabeza del militar montillano que desde los años veinte del siglo pasado
preside la plaza de las Tendillas sea en verdad la del héroe popular de la
ciudad por aquellos años, el torero Lagartijo
Harazen
cree que tal vez se trataría de una broma que el propio Inurria quiso gastar a
la ciudad o simplemente fueron los enemigos del escultor cordobés los que
levantaron un falso testimonio que no es que haya hecho correr ríos de tinta,
pero sí que ha protagonizado conversaciones cerveza en mano desde el cercano
Bar Correo?
Harazem
en su tratado sobre La cuestión de las estatuas hace un riguroso
estudio histórico sobre el proceso por el que Córdoba fue de las últimas
capitales de provincia de España en erigir un monumento cívico burgués a alguno
de sus hijos ilustres.
Córdoba,
como tantas veces ha sucedido, llegó tarde a la fiebre estatuaria de finales
del siglo XIX. Tan tarde, que no fue hasta bien entrado el siglo XX cuando
comenzaron a prosperar proyectos concretos.
Pero
Córdoba no sería Córdoba si su primer proyecto no hubiese estado envuelto en la
polémica y hasta en su proverbial guasa.
Harazem
refiere que en 1910 un grupo de intelectuales reunidos en el Ateneo de Madrid
convenció al escultor tarraconense Julio Antonio, muy unido a Julio Romero de
Torres, para que diseñara una estatua del torero Lagartijo con el objetivo de
que acabase erigida sobre algún pedestal de la ciudad de Córdoba.
Julio
Antonio se puso manos a la obra, mientras los periódicos de toda España no lo
tomaban en serio.
Unos
pocos estaban a favor y otros en contra de que la ciudad de Séneca o Maimónides
le erigiese su primera estatua moderna a un torero, por muy héroe popular que
fuera.
El
proyecto de estatua a Lagartijo comenzó a fraguar, organizándose incluso corridas
de toros en Alicante para recaudar fondos.
Harazem
detalla el cruce de columnas e informaciones en los periódicos de aquellos años
sobre la cuestión, hasta que finalmente la intelectualidad cordobesa desecha la
idea. Todavía se conserva el modelo de estatua de Julio Antonio de Lagartijo,
una especie de David de Miguel Ángel con la cabeza de un toro entre sus
piernas.
La
primera estatua de Córdoba
El
ministro y cacique Barroso y Castillo falleció, y el Ayuntamiento de Córdoba encargó
a Inurria que priorizase la creación de una escultura a este preboste local.
CONDOTTIERE GATTAMELATA Donatello PADUA |
Harazem
refiere lo siguiente. El pintor Julio Romero de Torres, era enemigo íntimo y
declarado de Inurria. Eran famosos en la ciudad los insultos que se cruzaban
los dos artistas en las tabernas de la Fuenseca.
El
pintor advirtió a su amigo Julio Antonio sobre las intenciones del “mamarracho”
Inurria con la estatua y trató de convencerlo de que acudiera a presentarle al
Ayuntamiento su propio proyecto de estatua del Gran Capitán, pero este no lo
hizo.
MARCO AURELIO Donatello ROMA |
CONDOTTIERE BARTOLOMMEO COLLEONI Andrea Verrocchio VENECIA |
Mateo
Inurria huyó del retrato habitual del Gran Capitán, con melena y con gorra o
boina renacentista.
Según
estudia Harazem, existe una escultura casi contemporánea de Diego de Siloé por
encargo de la viuda del militar cordobés, que le retrata con melena y gorra
renacentista.
Pero
¿por qué Inurria cambió esa imagen más próxima a la realidad histórica?
Harazem
relata que “Inurria hizo dos retratos de Lagartijo, el primero usando su
mascarilla mortuoria y el posterior usando el recuerdo mental de los rasgos del
torero.
Inurria
pudo crear la cabeza melenuda o con una calvicie incipiente donde colocar la
corona de laurel.
¿Optó
la opción antihistórica por comodidad o para poder usar la cabeza del héroe
popular de rasgos muy aristocráticos, como la nariz aguileña y el semblante
afilado?
¿Por
venganza contra la sociedad cordobesa que consideró indigno de contar con
estatua a un torero?
Aunque
se sabe que no era aficionado a los toros sí se sabe que fue amigo del torero.
Los
bustos tanto del Gran Capitán como de Lagartijo diseñados por Inurria guardan
unas similitudes que hacen pensar que una está inspirada en la otra.
No
obstante, hay quien lo niega como José María Palencia, que considera que Mateo
Inurria nunca hubiera participado en semejante pastiche.
Fuensanta
García, que también niega que la cabeza del Gran Capitán de Las Tendillas sea
en realidad la de Lagartijo.
Contra
la teoría de que es una leyenda, Harazem refiere la opinión de dos expertos
nacionales en esculturas: Carlos Reyero y Salcedo Miliani, que “no tienen duda
de que para la cabeza de don Gonzalo, Inurria usó la de Lagartijo”.
Salcedo
en 1997, lo afirma en un monográfico sobre el escultor tarraconense Julio
Antonio publicado por la Diputación de Tarragona y Reyero en un artículo publicado
en el catálogo de la exposición celebrada en Córdoba en 2007.
Persiste
la duda de las motivaciones de Inurria ¿Fue por venganza o como homenaje a su
amigo el héroe popular, pues se pensó entonces que nunca tendría una estatua en
Córdoba? pero un siglo después, la ciudad saldó su deuda con Lagartijo.
Siendo
Rosa Aguilar la primera edil de Córdoba, se decidió instalar el busto del torero
en la plaza Vaca de Alfaro
Si
todavía persiste la duda lo mejor es comparar. Ambas estatuas están muy
próximas una de otra.
Luis B. Guerrero Cabrera
www.saberyrecordar.blogspot.com.es
Agosto 2019
Luis B. Guerrero Cabrera
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Agosto 2019